La energía es uno de los principales asuntos de interés a nivel mundial y uno de los ejes esenciales del desarrollo económico de nuestra sociedad.

 

Energía se define científicamente como la capacidad para realizar un trabajo, y su medida viene dada por la cantidad de trabajo que realiza. Una fuente de energía es un depósito de ésta y en algunos casos será necesario transformarla. En función de la fase de transformación en la que se encuentren los las fuentes de energía se clasifican como:

 

  • Primarias (se encuentran directamente en la naturaleza y no han sido sometidas a ningún proceso de transformación. En función de la disponibilidad en la naturaleza, las energías primarias se pueden clasificar en renovables y no renovables)
  • Secundarias (son los «vectores energéticos», tienen como misión transportar y/o almacenar la energía, pero no se consumen directamente. La principal energía secundaria es la energía eléctrica, a partir de la cual se obtiene energía mecánica y térmica. Otros vectores son el hidrógeno, el uranio enriquecido o el carbón, una vez se ha preparado para su explotación en las centrales térmicas).
  • Finales (son las que se consumen cada día en viviendas, industrias y transportes. Las principales son:

• los derivados del petróleo (gasolinas, gasóleos, queroseno, butano, propano,…)
• el gas natural
• la energía eléctrica

 

A partir de ellas, se extrae la energía en sus tres formas posibles:

  • mecánica
  • térmica
  • luminosa

 

A su vez, cada una de éstas, (según el principio de la termodinámica por el que «la energía ni se crea ni se destruye, sino se transforma»), es susceptible de convertirse en cualquiera de las otras dos.

 

La unidad de medida que habitualmente se utiliza para hacer comparaciones y medir la calidad energética de los distintos combustibles es la tonelada equivalente de petróleo (tep), cuyo valor equivale a la energía obtenida por en la combustión de una tonelada de petróleo.

 

La sociedad actual se enfrenta a un grave problema de:

 

a) Dependencia energética: Más del 85% de la energía que consumimos procede de fuentes no renovables. El consumo energético en el mundo va en aumento y sin embargo, el acceso a una energía barata está disminuyendo.
Los precios de la energía se han multiplicado en los últimos años, mientras que la demanda de energía sigue creciendo. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), el consumo global de energía seguirá creciendo a una tasa anual media del 2%, a menos que se tomen medidas.
Europa depende en un 50% de fuentes energéticas externas mientras que en España el problema se agrava al alcanzar una dependencia energética del 75%. La principal fuente de energía para el consumo energético en España es el petróleo y sus derivados (47,33%).

 

b) Seguridad de suministro: El desarrollo de la sociedad actual ha partido del petróleo como principal fuente energética. Se está usando mucho más petróleo del que se descubre, lo cual supone una presión cada vez más fuerte sobre la oferta y los precios del combustible.

 

c) Sostenibilidad: Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, IPCC, se precisa emitir un 50-85% menos de CO2 a la atmósfera antes de 2050, para limitar el aumento de la temperatura global media a «sólo» 2 -2,4º C. En ese sentido, el Cambio Climático, una vez que se ha constatado, obliga a que también la energía sea lo más sostenible posible para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, GEI.

 

Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la temperatura media de la superficie mundial ha aumentado 0,74º C desde el comienzo del siglo 20, y 0.18º C en los últimos 25 años. Un aumento en la temperatura media por encima de 2º C significa que podrán darse más sequías, huracanes, inundaciones, riadas y otros efectos negativos del cambio climático en un grado nunca visto.

 

En este escenario, el ahorro y la eficiencia energética se convierten en una premisa de la política energética. Para mejorar la competitividad de nuestra economía se van a combinar el conocimiento de las tecnologías, la eficiencia en la utilización de todos los recursos y la innovación de los procesos productivos introduciendo tecnologías inteligentes para ganar eficiencia. En este sentido, el ahorro y la eficiencia energética han de ser consideradas como factores de innovación a través del uso de tecnologías que reducen los costes energéticos y eliminan los impactos ambientales.

 

La Unión Europea en este contexto, se ha marcado como triple objetivo de alcanzar para 2020:

  • que las energías renovables sean el 20% de la producción
  • que las emisiones de gases efecto invernadero se reduzcan en un 20%
  • unos ahorros del 20% en consumo energético

 

Este último objetivo del 20% de ahorro de energía primaria en 2020 supone ahorros de 400 TWh/ año en aquella fecha. Así, por ejemplo, el sector residencial en España tiene un potencial teórico de ahorro por eficiencia energética de 24,6 TWh al año, un 15% de su consumo.

 

De esta forma, la eficiencia energética se convierte en la mayor «fuente de energía», mayor que el petróleo y que las energías renovables y por tanto en la principal herramienta para cumplir estos objetivos y se hace especialmente necesaria en España, país especialmente vulnerable por su una gran dependencia energética (75%) y una alta intensidad energética (esto es, el consumo de energía por unidad de PIB), a pesar de su mejora en los últimos años.

 

EFICIENCIA ENERGÉTICA

 

La Eficiencia energética es un conjunto de actuaciones, programas y estrategias que permiten reducir la energía para producir lo mismo. Es la energía de más calidad, más barata y más limpia (porque es la que ahorramos) que disponemos, permitiendo alcanzar el compromiso óptimo de confort y operatividad con el máximo rendimiento.

 

Por tanto, es una relación inversa entre producción y consumo, de tal manera que la misma mejora si:

• manteniendo el consumo energético, se produce más o
• manteniendo la misma producción, se consume menos energía

EE= P/C

EE: Eficiencia Energética
P: Producción
C: Consumo

 

Dos son los factores que posibilitan un menor consumo de energía:

  • Los hábitos responsables,
  • La tecnología disponible,

 

Estos dos factores hacen posible una mejora en la competitividad de las empresas y la calidad de vida personal. A mejor/ mayor tecnología y mejores hábitos de consumo, mayor eficiencia energética. Por tanto, va a ser posible llevar a cabo Eficiencia Energética en función de la capacidad de actuar sobre los factores que determinan el consumo:

  • La demanda energética de los edificios
  • La oferta de energía utilizable para satisfacerla
  • El uso y la gestión de los edificios

 

En la medida que el consumo de energía por unidad de producto producido o de servicio prestado sea cada vez menor, aumenta la eficiencia energética.