En defensa de la biomasa, una fuente de energía renovable con criterios de sostenibilidad

En defensa de la biomasa, una fuente de energía renovable con criterios de sostenibilidad

Ante la implementación de los criterios de sostenibilidad de la Directiva europea sobre energías renovables (REDII), que comenzará a mediados de 2021, Avebiom, junto con la asociación europea de la biomasa (Bioenergy Europe), considera “fundamental” que la opinión pública conozca las garantías de la bionergía, ya que «es el único sector pionero en la Unión Europea en el establecimiento  de estrictos criterios de sostenibilidad en su cadena de suministro».

De hecho, se trata de la única fuente de energía afectada por ley por criterios obligatorios de sostenibilidad, sin equivalente en ninguna otra energía, material o producto alimenticio, recuerda Avebiom;  lo que fue acogido con satisfacción por el sector ya que “consolidan el papel de la bioenergía en la mitigación del cambio climático y transmiten tranquilidad a los usuarios e inversores”.

En Europa la biomasa es la mayor fuente de energía renovable: aporta en la actualidad el 60% de todo el consumo de energía renovable en la UE, lo que representa el 10,3% del consumo de energía total, según los datos de la asociación.

Aval para la biomasa leñosa

La REDII considera que la biomasa leñosa es una fuente de energía renovable, tanto la que proviene de residuos de la industria de la madera como la obtenida directamente de los aprovechamientos forestales. Y esto es así porque en Europa existe un riguroso control sobre el abastecimiento de madera y biomasa a la industria que garantiza su sostenibilidad.

El uso de bioenergía “en ningún caso conduce a la deforestación”, explican desde la patronal. De hecho, contribuye a todo lo contrario: en los bosques crecen árboles demasiado pequeños, deformes o enfermos para ser aprovechados por las industrias de transformación de la madera, pero que se pueden emplear para generar energía de forma sostenible. En este sentido, el presidente de Avebiom, Javier Díaz, considera que retirar estos árboles, “es totalmente necesario para mantener las masas forestales en condiciones óptimas de conservación, almacenar y secuestrar carbono de manera continua y reducir el volumen de combustible susceptible de facilitar o agravar los temibles incendios forestales o las plagas”.

El sector forestal tiene claro que destinar los árboles de bajo valor a generar energía renovable que sustituye a los combustibles fósiles permite costear parte de los trabajos de mejora de las masas forestales europeas a medio y largo plazo.

Según las últimas cifras de la FAO, la superficie de los bosques europeos ha aumentado en un 47% desde 1990: en los últimos 30 años, la cobertura forestal se amplió en 482.000 hectáreas anualmente. Esto equivale a 1,3 campos de fútbol por minuto.

Un ejemplo de bioeconomía circular

La industria de la bioenergía forma parte de una cadena de valor muy compleja, con fuertes vínculos con las actividades forestales. En este sentido, el sector de la bioenergía es un ejemplo de bioeconomía efectiva, que genera beneficios ambientales y socioeconómicos en las zonas rurales.

Precisamente, y gracias al más eficiente aprovechamiento de los residuos y subproductos de las industrias forestales, el uso de biomasa ha aumentado a lo largo de las últimas décadas.

Un hecho que algunos divulgadores y lobbies europeos desconocen es que el porcentaje de aprovechamiento de madera con fines energéticos se ha mantenido estable en el tiempo: el uso de leña en equipos poco eficientes ha evolucionado en pocos años a un uso moderno de biomasa estandarizada en equipos automatizados y de alta eficiencia.

Mientras que quemar combustibles fósiles introduce carbono adicional en la atmósfera imposible de ser absorbido por completo por los sumideros naturales, las emisiones debidas a la combustión de biomasa proveniente de gestión forestal sostenible se compensan con el crecimiento de los árboles donde se produjo el combustible.

La biomasa es, además, indispensable en la transición para abandonar los combustibles fósiles en los sectores de la electricidad y la calefacción: en 2018, la bioenergía en la UE28 registró 310 MtCO2 eq en ahorros de emisiones, equivalente a alrededor del 7% de las emisiones de GEI en ese año.

Poro todo ello, las patronales europea y española denuncian que “la simplificación excesiva del conocimiento científico y las campañas de desinformación como ‘Money to burn’ respecto de una cadena de valor tan compleja, no solo tendrá un efecto perjudicial en el sector, sino en el esfuerzo actual de la UE para eliminar gradualmente los combustibles fósiles”.