
La transición energética en España: viviendas sostenibles como pilar del futuro
La sostenibilidad en la vivienda ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad urgente. Ante el cambio climático y la crisis energética global, adaptar las viviendas a las nuevas exigencias medioambientales es crucial.
Según el informe de OREVE, una de las áreas más desatendidas tanto por políticas públicas como por los propietarios es la actualización de las instalaciones eléctricas. Sin una infraestructura eléctrica adecuada, no será posible electrificar los usos energéticos que aún dependen de combustibles fósiles, los cuales representan el 40% del consumo energético, dificultando gravemente el logro del objetivo de descarbonización para 2050 establecido por la UE. Como apunta Tamara Lemos, responsable de Construcción Sostenible en Triodos Bank, en el artículo de Brainsre News: “Cuanto antes te adaptes al cambio que viene, más fácil lo vas a tener”. Entonces, ¿estamos realmente preparados para asumir este reto en España?
El reto de la transición energética en España y la construcción sostenible
La construcción sostenible va más allá de la eficiencia energética; buscando el bienestar de las personas y la preservación del medio ambiente. Sin embargo, el concepto de sostenibilidad, a nivel global, se suele asociar principalmente con la eficiencia energética de los edificios. La sostenibilidad, en realidad, abarca desde la integración de nuevas tecnologías hasta la adaptación de las viviendas al modelo de transición energética. En este contexto, hacer visible el papel de la instalación eléctrica en el sector residencial, como columna vertebral que ha de soportar la transición energética es clave para mejorar la eficiencia. Este mensaje debe llegar a las personas propietarias y a todos los actores que participan en los procesos de rehabilitación.
En este sentido, la descarbonización residencial es una oportunidad para garantizar viviendas eficientes, seguras, conectadas y de bajas emisiones. Sin embargo, España avanza lentamente en la rehabilitación energética, que alcanza escasamente a un 1% anual del total del parque de viviendas. Si bien los fondos Next Generation han acelerado este proceso, obstáculos como la falta de regulación, la dilatación de plazos y la lentitud en los permisos dificultan el proceso.
En 2023, los datos del MITMA nos permiten deducir que las ayudas para rehabilitaciones integrales están beneficiando principalmente a personas con ingresos superiores a la media, y en menor medida a los hogares con menos recursos. En España, el 60% de las viviendas tienen entre 50 y 90 m², y las viviendas rehabilitadas en 2023 tienen un tamaño medio de 108 m², en edificios residenciales, y más de 135 m² en otros tipos de edificaciones (pareados o casas aisladas).
El “sobrecoste” de la sostenibilidad y la necesidad de un cambio de enfoque
Aunque el precio sigue siendo el principal factor a la hora de decidir sobre una vivienda, los criterios de sostenibilidad y calificación energética están ganando relevancia. En el mercado de compraventa, tal como afirma Tamara Lemos, “el 77% de los compradores considera estos factores, y se espera que la demanda de viviendas sostenibles aumente un 30% en 2024”. Sin embargo, el «sobrecoste» inicial de las viviendas más sostenibles ha sido tradicionalmente un factor disuasorio.
Estos hechos ponen de manifiesto la necesidad de mejorar el acceso a las ayudas para la rehabilitación energética, especialmente entre los propietarios con rentas más bajas. En el estudio del OREVE se destaca que, a menudo, estas ayudas no llegan a los hogares con menos recursos, que son los que más necesitan este apoyo para llevar a cabo esta transición energética y mejorar la eficiencia. De hecho, solo un 20% de los propietarios considera prioritario actualizar las instalaciones eléctricas, a pesar de su papel fundamental en la descarbonización del parque residencial.
La financiación pública y privada como elemento tractor en la rehabilitación de viviendas
Para abordar esta brecha en el acceso a ayudas de rehabilitación, la banca pública y privada, pueden jugar un papel importante, a partir de proponer soluciones que faciliten la rehabilitación de viviendas de bajo rendimiento energético, pensando en los hogares de rentas más modestas. Mediante condiciones financieras más favorables, como préstamos con intereses reducidos, con largos periodos de carencia o ayudas directas, que se podrían asentar en garantías reales, para garantizar que las familias con menos recursos puedan beneficiarse de la mejora de la eficiencia energética sin asumir un «sobrecoste» que no puedan pagar. Este enfoque consolidaría su liderazgo en la transición hacia un modelo de negocio más justo y sostenible.
La sostenibilidad en la vivienda debe dejar de verse como un «sobrecoste» y tiene que pasar a ser como un factor que multiplica el valor del inmueble. La vivienda sostenible no debería ser un privilegio, sino una oportunidad para garantizar el bienestar de la ciudadanía. Esto no será posible si en este proceso de rehabilitación no se tiene en cuenta la actualización de la instalación eléctrica de la vivienda.
FUENTE: OREVE