Los 6 pilares para el desarrollo eficaz de una comunidad energética

Los 6 pilares para el desarrollo eficaz de una comunidad energética

Las llamadas ‘comunidades energéticas’ o ‘comunidades ciudadanas de energía’ han aparecido en el mercado energético como una nueva fórmula de empoderamiento energético frente al monopolio de algunas entidades y empresas que tienen por objetivo abarcar todos los procesos vinculados a la energía generándoles importantes beneficios y dejando al usuario o consumidor como el último eslabón de la cadena en un servicio esencial como es la energía.

 

Por FENAGE, Federación Nacional de Gestores Energéticos

 

 

Conceptos y pilares de las comunidades energéticas

 

Las comunidades energéticas se fundamentan en dos principales conceptos: la ausencia de beneficios económicos vinculados a la producción, distribución o gestión de la energía, y la transformación del usuario como motor principal para obtener una energía económica, limpia y generada en las proximidades a su lugar de utilización.

 

A través de varias experiencias y tras el análisis de diferentes situaciones sobre el comportamiento del mercado y de los usuarios, se han identificado los pilares fundamentales para el desarrollo y la gestión eficaz de una comunidad energética independientemente de su ámbito o alcance.

 

Los pilares principales son el empoderamiento del usuario, la digitalización, la apuesta por las energías renovables, la gobernanza, la sostenibilidad y los procesos de economía circular.

 

Si hablamos del Empoderamiento del Usuario, podría decirse que es una de las grandes tareas pendientes, ya que el usuario hasta ahora ha estado totalmente manejado por los intereses del mercado y desconoce el funcionamiento real del mercado energético. La apuesta por el empoderamiento se fundamenta en un impulso a la formación y a la información relacionada con la producción energética, su coste, el mantenimiento y los servicios añadidos, así como la capacitación de los ciudadanos o de los usuarios para entender cómo funciona un modelo energético, y de la misma manera, sensibilizar a todos los usuarios sobre cómo utilizar la energía de manera justa y sostenible intentando reducir la demanda al máximo posible.

 

El segundo pilar es la Digitalización. Hoy en día estamos en el mundo digital, en el mundo del Internet de las cosas, de los smartphones y del Big Data. Sin embargo, parece ser que ese tipo de utilidades no han llegado del todo al mercado energético. La digitalización de la información es uno de los pilares fundamentales para que los usuarios interioricen todos los procesos.

 

Es fundamental transmitir la información de una manera ágil, amigable, sencilla y que permita arrojar un poquito de luz a todo lo relacionado con la energía. Hoy en día hay dispositivos, contadores inteligentes, redes de sistemas informáticas, y todos los usuarios estamos acostumbrados a tener en nuestras manos un dispositivo que nos informa y nos permite acceder a la información en tiempo real.

 

Un correcto proceso de digitalización vinculado a la energía pasaría porque los usuarios conozcan en todo momento la producción de sus sistemas, los costes de distribución y de mantenimiento, el consumo vinculado y el funcionamiento o comportamiento del resto de usuarios, con el objetivo de identificar y optimizar al máximo los procesos de eficiencia energética ligados a la generación de energía de kilómetro cero.

 

Otro de los pilares fundamentales es el uso de las Energías Renovables, y no únicamente apostando por el uso de la energía fotovoltaica, sino de cualquier tipo de energía renovable como puede ser la solar térmica, la biomasa o la eólica, buscando siempre producir y generar la energía acorde al uso que se va a dar de ella y en espacios próximos al consumo, ya sean dentro del ámbito urbano, rural o industrial.

 

Existen multitud de cubiertas de espacios públicos, de polígonos industriales, de terrenos sin ninguna utilidad en entornos próximos a núcleos de población y de demanda energética, que perfectamente podrían acoger plantas de producción apoyándose en la red de distribución existente.

 

Puede haber una variable importante sobre este aspecto relacionada con las inversiones necesarias para incorporar, hoy en día, sistemas de generación de energía renovables en núcleos urbanos, pero sería conveniente tratar de modificar e implementar soluciones de recaudación y reutilización de recursos públicos para priorizar acciones que estén relacionadas con la reducción de la demanda energética inicialmente y con la generación de energía de km0 en último lugar.

La Gobernanza podría ser otro de los principales pilares del modelo de las comunidades energéticas, donde lo que se propone es forzar y fomentar una participación real y práctica de todos los agentes relacionados con la energía. Hablamos de las personas o entidades que estén dispuestas a realizar o a invertir en sistemas de producción, empresas de mantenimiento, instalaciones, usuarios e instituciones. Es necesario abrir procesos donde se pueda debatir con claridad sobre diferentes fórmulas procesos de gestión, destino de las acciones o recursos, y fomentar entre todos una cultura de cooperación y colaboración para mejorar un entorno energético más sostenible y directamente relacionado con nuestro entorno más cercano.

 

Los procesos de gobernanza basados en una socialización de la energía, no significa que todo el mundo decida, sino que las decisiones, las acciones y las estrategias sean aprobadas y adoptadas en consenso entre todas las partes que forman una comunidad ciudadana de energía.

 

A modo de ejemplo: los socios de una comunidad energética tendrán que llegar a decidir sobre los acuerdos o convenios con entidades para la cesión de espacios, la realización de inversiones para la instalación de sistemas de producción, los porcentajes de reparto energético, la estrategia de información o sensibilización, la apuesta por la consecución de ayudas y subvenciones para mejoras de eficiencia y otro largo etcétera que permitan una gestión eficaz y eficiente sobre un modelo cooperativo vinculado a la energía.

 

Otro de los pilares, es la apuesta por la Sostenibilidad. No tiene ningún sentido desarrollar modelos energéticos vinculados al uso de energías fósiles y la generación de emisiones de CO2. La apuesta por las comunidades energéticas se fundamenta en dos pilares, siendo el primero de ellos la reducción de la demanda y la apuesta por la optimización de instalaciones equipamientos, edificios, etc., y el segundo, en los procesos de descarbonización apostando por modelos sostenibles basados en el reciclaje, en la reutilización, en la recuperación de energía y en un uso racional de todo lo relacionado con la energía.

Y el último de los pilares sería el relacionado con la generación de Procesos de Economía Circular, donde tomando como punto común la energía, se puede y debe crear una estrategia de generación de empleo especializado.

 

Actualmente ya existen graves problemas para encontrar empresas instaladoras, fabricantes, empresas de mantenimiento y agentes especializados en procesos de monitorización, sensibilización y empoderamiento.

 

Transformando el modelo energético a través de una sociedad más participativa

 

Una comunidad ciudadana de energía se basa en una gestión próxima y cercana, especializada y profesional, permitiendo optimizar al máximo todos los recursos y especializar a profesionales vinculados o ligados a la gestión de la energía de una manera transversal.

 

Estos procesos abren también una puerta importante a la igualdad, así como a la integración social: las comunidades energéticas necesitan servicios directos e indirectos de personas formadas y cualificadas con diferentes capacidades y conocimientos.

 

Transformar el modelo energético es sencillo, práctico y efectivo, sólo requiere compromiso y flexibilidad así como voluntad para querer cambiar un modelo energético obsoleto que nos lastra en competitividad y desarrollo social, cultural, económico y humano.

 

Las comunidades energéticas van más allá del ámbito energético. Se trata de abrir un nuevo modelo de sociedad más participativa, más igualitaria, más sostenible y que trabajando de manera coordinada permita que nuestros hijos y futuras generaciones puedan sentirse orgullosos de la visión y de la apuesta personal que realizamos cuando tuvimos ocasión.